Pocos lo sospechan, pero uno de los aportes más influyentes del Citroën CX al mundo de los deportivos no fue su suspensión hidroneumática, ni su diseño aerodinámico… sino su espejo retrovisor.

Espejo 1985 Citroën CX Serie 2
Sí, el espejo. A partir del facelift del Citroën CX Serie 2, lanzado en 1985, la marca francesa estrenó unos espejos exteriores con un diseño tan elegante, funcional y aerodinámico que terminaron siendo la elección predilecta para varios fabricantes de autos deportivos durante los años ‘80 y ‘90.
¿El motivo? Su producción masiva abarataba los costos, su diseño integraba bien en cualquier carrocería, y cumplía con normativas de visibilidad y homologación sin exigir rediseños costosos.
El diseño original del CX es obra de Robert Opron, un verdadero artista de las curvas futuristas. Aunque no hay un registro claro del diseñador específico de los espejos, se cree que fueron desarrollados internamente por el equipo de ingeniería de Citroën en colaboración con proveedores como SEV Marchal o Ségla, responsables de varios componentes plásticos del modelo.
¿Por qué los deportivos usan piezas de autos generalistas?
Porque tiene lógica. Un fabricante de autos deportivos no tiene ni el tiempo ni el presupuesto para diseñar desde cero cada pieza. Si existe una pieza confiable, bien diseñada y legalmente homologada —como estos espejos—, usarla no solo ahorra costos, sino también tiempo en pruebas aerodinámicas, impactos y seguridad.
Además, los fabricantes de autos de baja producción suelen centrarse en la ingeniería del chasis, la suspensión y el diseño exterior, pero toman prestadas piezas «commodity» de vehículos de gran serie.
Citroën CX y su espejo: ¿cuántos lo usaron?
El espejo del Citroën CX Serie 2 fue utilizado por al menos dos generaciones del propio CX (Serie 2 sedán y Break), y luego adoptado por al menos nueve deportivos de alto nivel. A continuación, los repasamos uno por uno.
VENTURI 300 Atlantique
Venturi, la marca francesa que intentó competir contra Ferrari y Porsche desde el garaje, fue una de las más entusiastas en adoptar los espejos del Citroën CX.
Desde sus primeras creaciones bajo el nombre MVS hasta los refinados Atlantique, estos deportivos compactos y bien plantados lucían los espejos franceses sin ningún tipo de disimulo.
Y no es casualidad: Venturi buscaba calidad sin perder identidad nacional. El 300 Atlantique, con su V6 PRV biturbo de 281 CV, alcanzaba los 275 km/h y mantenía un equilibrio perfecto entre elegancia y agresividad.
La elección de los espejos del CX no fue solo económica, sino estética: su diseño limpio y minimalista se alineaba perfectamente con el perfil del auto. Venturi produjo menos de 700 unidades de esta serie, y todos ellos —sin excepción— miraban el mundo a través de espejos de Citroën.
MARCOS Mantara
Desde las afueras de Inglaterra, Marcos era sinónimo de autos livianos, rápidos y algo rústicos.
El Mantara, con carrocería de fibra de vidrio y motores Rover V8, fue uno de sus modelos más exitosos en los ‘90. La marca siempre reutilizó componentes de otros autos británicos y europeos, y en este caso, el espejo del CX calzó justo con su estilo musculoso.
Su integración visual con las aletas delanteras redondeadas daba al Mantara un toque más moderno que otros modelos artesanales. Además, era un espejo probado, duradero, y fácil de conseguir: una ventaja para una marca con baja escala. Entre las versiones coupé y roadster se produjeron poco más de 200 unidades.
TVR Griffith 500
TVR no era conocida por la sutileza, sino por la brutalidad pura. Sin embargo, hasta ellos supieron elegir con inteligencia qué tomar de otros.
El Griffith 500, con su V8 de 5 litros y más de 340 caballos, alcanzaba los 0-100 en apenas 4.1 segundos.
Para un auto de ese calibre, el espejo del CX ofrecía la mezcla justa de diseño aerodinámico y visibilidad. Se integraba perfectamente con los musculosos laterales del Griffith sin robarle protagonismo al diseño.
Aunque la producción total del Griffith 500 superó las 2.500 unidades, todos los modelos conservaron ese guiño francés en sus laterales.
ASTON MARTIN Virage
Incluso Aston Martin, emblema del lujo británico, no tuvo reparos en adoptar soluciones prácticas. El Virage, lanzado en 1989, fue su apuesta por modernizarse.
Aunque costaba más de 150.000 dólares en su época, incorporaba varios componentes de autos generalistas: ópticas traseras de Audi 200, faros delanteros de VW Scirocco… y, por supuesto, los espejos del Citroën CX.
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En este caso, la decisión pasaba por la disponibilidad, estética y funcionalidad. El espejo no desentonaba con el largo capot del V8 5.3 litros, y permitía al Virage cumplir normativas internacionales sin rediseños. Aston Martin fabricó alrededor de 1.000 unidades del Virage.
MEGA Track
Este extraño hiperdeportivo francés rompía esquemas: tracción integral, suspensión de carrera variable, y un V12 de origen Mercedes-Benz con más de 400 CV.
Sin embargo, sus espejos eran los mismos que los de un Citroën familiar. El MEGA Track, apenas producido en 5 unidades, representaba una rareza total: mezcla de superdeportivo y SUV, con ruedas gigantes y postura de rally-raid.
Que una máquina de semejante brutalidad eligiera los espejos del CX prueba el prestigio y versatilidad del diseño. A pesar de su corta vida, el MEGA Track dejó una marca en la historia del exotismo automotor francés.
LOTUS Esprit V8
Lotus no necesita presentación. El Esprit, diseñado por Giugiaro y evolucionado por Peter Stevens, adoptó los espejos del CX en su rediseño de 1987.
Desde entonces, acompañaron al modelo hasta sus últimas variantes V8 biturbo de fines de los ‘90.
Para Lotus, el espejo ofrecía una combinación ideal: bajo peso, buena visibilidad, y un diseño que armonizaba con su carrocería angulosa. Además, era fácilmente reemplazable, algo fundamental para una marca cuyos autos suelen exigirse en pista.
JAGUAR XJ220
El máximo ícono británico de los ‘90. Cuando Jaguar desarrolló el XJ220, buscaba construir el auto más rápido del mundo. Y lo logró.
Con un V6 biturbo de 542 CV, superaba los 340 km/h. Cada pieza fue diseñada con obsesiva atención al detalle… excepto los espejos.
¿Por qué? Porque los del CX eran simplemente perfectos. Jaguar necesitaba un espejo homologado, compacto y eficaz, y Citroën ya había hecho ese trabajo por ellos.
Así, el XJ220 (valuado en más de 500.000 dólares) compartía espejos con un sedán familiar. Se fabricaron 275 unidades, todas con ese sello francés.
RENAULT SPORT Spider
El Spider fue una declaración de principios de Renault Sport: sin techo, sin parabrisas (en algunas versiones), y con la experiencia de manejo como prioridad.
Para un auto tan extremo, la elección de componentes debía ser inteligente. Y en los espejos, Renault no dudó: CX al rescate.
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Integrados en una estructura elevada y pintados de amarillo, estos espejos le daban carácter al auto sin comprometer visibilidad. Renault fabricó alrededor de 1.800 unidades del Spider, todas orgullosamente equipadas con estos espejos “populares”.
Textos: © Ing. Dario Bakus para TargaSport
Fotos: © Unknown
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