EL INFRAVALORADO “HOT ROD” CON DISEÑO DE CHIP FOOSE
El Plymouth Prowler fue uno de los coches más extraños que jamás hayan existido, una apuesta riesgosa de un importante grupo automotriz que derivó en un rotundo fracaso comercial.
Sin embargo, el legado de este auto en la industria automotriz de los ´90s fue muy importante por varios motivos. Por empezar fue el primer modelo diseñado desde cero como vehículo retro, lo que desencadenó la creación de una serie de automóviles similares por parte de la competencia como los VW New Beetle, Chrysler PT Cruiser, MINI, Ford Thunderbird o los Chevrolet SSR y HHR.
A su vez, el styling estuvo basado en una tesis de un estudiante de diseño llamado Chip Foose, quien a posteriori sería un reconocido modificador de autos de fama mundial. Finalmente, también tenemos que destacar su ingeniería avanzada e innovadora con un chasis construido íntegramente en aluminio, siendo un vehículo pionero en ese aspecto.
A principios de los ´90s la filial estadounidense de Mitsubishi Motors, que por aquel entonces pertenecía al Grupo Chrysler LLC, encargó a Larry Erikson la creación de un vehículo de exposición para presentar en el Auto Show de New York de 1992.
El Mitsubishi Aluma Coupé era un auténtico Hot Rod con diseño retro-futurista, su nombre hacía mención al aluminio utilizado en los paneles de la carrocería, mientras que contaba con un chasis tubular con ciertas reminiscencias de los autos de fórmula al tener las ruedas descubiertas y un tren delantero de doble paralelogramo con amortiguadores accionados por balancines. Para la mecánica se adoptó el motor del Mitsubishi Eclipse, un 4 cilindros de 2.0 litros turboalimentado con una preparación especial que le permitían alcanzar los 320CV, ubicado en la parte trasera del coche de manera transversal, mientras que la transmisión procedía del Mitsubishi Galant VR4. Si bien el Aluma era un vehículo conceptual creado específicamente para el evento, su extrovertido diseño llamó la atención del público y de la prensa norteamericana, y probablemente esas reacciones positivas hayan hecho que los altos ejecutivos del Grupo Chrysler se tomaran muy en serio la idea.
En aquella época las ventas de la marca Plymouth venían en caída libre a consecuencia de productos que eran básicamente versiones “entrada de gama” de modelos reciclados de Dodge y Chrysler por lo que necesitaban un automóvil tan radical como el Viper para intentar relanzar la devaluada imagen de la marca.
En el Salón de Detroit de 1993 se presenta el Plymouth Prowler como un concept car para llamar la atención, aunque en ese momento nadie sospechaba que se estaba trabajando en secreto para llevarlo a producción en los años siguientes.
La historia oficial cuenta que Chrysler había organizado un concurso de diseño en el Art Center College of Design que vió como ganador a un tal Douglas “Chip” Foose que había realizado un curioso Hot Rod de diseño retro-futurista, y posteriormente dicho proyecto fue tomado por Tom Gale, jefe de diseño de Chrysler, como inspiración. Pero hay que aclarar que el diseño original de Foose se trataba de un coupé que luego fue modificado a roadster por lo que creemos que quizá sus líneas hayan inspirado inicialmente al Aluma y posteriormente al Prowler, nunca lo sabremos a ciencia cierta.
Para el desarrollo del modelo de producción, que se lanzó a la venta en 1997, se hizo una gran inversión en ingeniería, Chrysler se había tomado el proyecto tan seriamente que concibieron al auto como un auténtico purasangre. Si bien la estética de Hot Rod era indiscutible, técnicamente el Prowler era una especie de Lotus Seven más civilizado y amigable.
El chasis completo, incluyendo las suspensiones, soportes y portamazas fueron construidos íntegramente en aluminio, lo que representó un desafío de ingeniería enorme en el que llegaron a ser pioneros en la utilización de adhesivos en la construcción (una técnica copiada por muchos superdeportivos actuales).
Los esquemas de suspensiones eran casi de competición con sistemas de doble paralelogramo en ambos ejes, en el tren delantero los amortiguadores eran accionados por balancines (si, al igual que en el Aluma, pero en este caso construido íntegramente en aluminio) y un tren trasero dotado de manguitos reguladores en el brazo superior, otra herencia de las carreras que permite modificar la alineación fácilmente, a su vez las ruedas delanteras descubiertas le otorgaban la precisión de un auto de fórmula para el uso en circuitos. El motor estaba colocado en posición central delantera con caja transaxle en el eje trasero, y se ubicaron cuidadosamente todos los elementos para conseguir un reparto de pesos ideal de 50/50. Un detalle llamativo era que las ruedas eran de diferente tamaño, 17 pulgadas en el tren delantero y 20 pulgadas en el trasero.
Pero los compradores de un Hot Rod pretendían simplemente un auto para el 1/4 de milla con un estruendoso V8 de alta cilindrada bajo el capot, en cambio el Prowler había sido concebido para ofrecer una dinámica excepcional en los autódromos. Plymouth había elegido montar el civilizado V6 3.5 de 214HP y la caja automática de 4 velocidades con sistema Autostick secuencial (una de las primeras transmisiones en ofrecerlo) utilizados en el Chrysler 300M, si bien la potencia luego fue aumentada a 253HP y el peso de sólo 1.270kgs le permitían obtener prestaciones superiores a las de un Mercedes Benz SL500 con motor V8 de 5 litros, no era lo que esperaban los fanáticos.
Otro detalle que tampoco convenció a los clientes fue la utilización en el interior de una gran cantidad de piezas provenientes de otros modelos y que tampoco se ofrecieron sistemas de seguridad como el ABS, ASR y ESP, otras soluciones puristas más propias de un Lotus que de un modelo norteamericano. Los compradores también se quejaban de la dureza de las suspensiones deportivas, por lo que luego tuvieron que ofrecer resortes más blandos con amortiguadores regulables.
Además, lo curioso era que para subsanar la poca capacidad de carga, los Prowler ofrecían opcionalmente un remolque específicamente diseñado con el mismo estilo del auto, pero esa aparente solución generaba inconvenientes adicionales, el gancho de carga que equipaban de serie todos los modelos solo servía para instalar dicho accesorio y si bien las llantas del remolque mantenían la misma estética del resto del auto eran de menor tamaño, totalizando tres medidas diferentes.
Todo eso sumado a que nunca existió la opción de transmisión manual y que en el primer año se ofrecía únicamente en color violeta, redondearon una propuesta poco convincente para los compradores. Plymouth presentó una nueva variante en el SEMA Show de 1999, el Howler, exhibido en color negro con modificaciones en el diseño para ofrecer mayor capacidad de carga, equipado con el V8 de 4.7 litros del Jeep Grand Cherokee unido a una transmisión manual Borg Warner de 5 relaciones, pero solo fue un concept car para ver la reacción del público y los directivos de la nueva alianza Daimler Chrysler tampoco se interesaron en llevarlo a producción, desperdiciando una oportunidad valiosa de satisfacer los requisitos de los potenciales clientes.
Finalmente, el modelo nunca consiguió conquistar al público de los Hot Rods, tampoco pudo salvar a la marca Plymouth de la desaparición en 2001, mientras que las últimas unidades del Prowler se vendieron con marca Chrysler hasta el cese definitivo de la producción a fines de 2002. Probablemente todas sus peculiaridades y extrovertido diseño, sumado al chasis de aluminio con genética de competición le aseguren un destino de colección en los próximos años, el tiempo dirá…
Textos: © Fabián Matías Rossi para TargaSport
Fotos: ©Unknown
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